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The sample

Se buscó realizar una muestra representativa (N=850) de los adolescentes infractores de sexo masculino de 18 o menos años, que durante 2012 se encontraban cumpliendo penas no privativas de libertad en modalidad de libertad asistida o libertad asistida especial en la Región Metropolitana (población total a junio 2011= 1.872).

En total, se accedió a una línea base de 688 casos. Los protocolos de identificación del respondiente se realizaron con el cuidado y reserva que corresponde a un cuestionario que permanece sujeto a cláusulas de confidencialidad. Los participantes fueron informados de la naturaleza y objetivos del estudio y se les solicitó su colaboración voluntaria, bajo la autorización previa del apoderado respectivo de los infractores menores de edad. La firma de un consentimiento/asentimiento informado fue requisito básico para la participación en el estudio.

La relevancia de realizar un seguimiento luego de un periodo de un año reside en que la etapa que se está monitoreando es justamente aquella de transición entre la adolescencia y la vida adulta, y es a su vez donde comienza a descender la prevalencia en la población de la conducta delictual. Es por esto que se realizó el seguimiento de estos mismos jóvenes (N=688) luego de 1 año de esta primera encuesta. Durante esta segunda oportunidad se pudo re-contactar a 368 de los jóvenes de la primera ola (54%). 

Justificación de rango etario

La presente investigación se centra en la adolescencia, ya que la evidencia ha mostrado que la carrera delictual generalmente se inicia aproximadamente entre los 8 y los 14 años de edad, mientras que la mayor frecuencia en la prevalencia de delito ocurre aproximadamente a los 17 años, tras lo cual comienza a disminuir. Por otro lado, a diferencia de los países desarrollados, donde la transición a la edad adulta se produce generalmente después de los 18 años de edad, en Chile esta transición se produciría más tempranamente, imponiendo roles a los adolescentes asociados a la paternidad y al trabajo, que podrían favorecer cambios hacia una conducta más pro-social. De esta manera, realizar un seguimiento anual de los jóvenes que, justamente en su mayoría tienen 17 o 18 años, entregará información relevante de una etapa de muchos cambios que influyen en la definición de las trayectorias delictuales.

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